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Drake Zimmerman recuerda estar sentado en un bar a finales de los años 80 y escuchar a expertos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos hablar sobre la labor de Rotary en la lucha contra la polio. Ellos contemplaban la posibilidad de utilizar métodos similares para combatir enfermedades como el sarampión y el paludismo, planteamiento que denominaron «el modelo de Rotary».
«El modelo de Rotary consiste, en primer lugar, en una movilización social masiva. El segundo componente es la logística. Y el tercer elemento es la vigilancia», explica Zimmerman, cofundador y presidente del Grupo de Acción de Rotary contra el Paludismo. «Una vez que consigues acabar con la enfermedad, no sabes si ha desaparecido realmente hasta que tienes la prueba real de que ha desaparecido, y puedes certificar que toda una zona está libre de ella».
Reunir estas pruebas es una de las principales tareas que desempeñarán en los próximos años 36 000 trabajadores comunitarios de la salud en zonas rurales de Zambia. Alianza para una Zambia libre de paludismo está capacitando y equipando a 2500 de estos trabajadores. Además de detectar y tratar el paludismo, un enorme empeño en sí mismo, los trabajadores documentan sus hallazgos y envían los datos a una enorme base de datos de salud pública que ya utilizan muchos países africanos.
«Con el paludismo, es necesario mantener la vigilancia», comenta Moore. «Hay que ser capaz de tratar los nuevos casos a medida que surgen y disponer de un sistema de información que identifique los brotes. Eso se ha construido sobre la base del sistema de notificación de la polio, pero se ha ampliado considerablemente».
La GPEI abrió el camino con un sistema de monitoreo de alto rendimiento para detectar rápidamente los casos de polio y responder a los brotes en todo el mundo, incluso en países donde la recopilación exhaustiva de datos no es necesariamente la norma. Ese sistema es la base sobre la que se construyeron los informes sobre el paludismo. La recopilación y la interpretación de datos ha sido la clave para eliminar prácticamente el paludismo en Sri Lanka y la República Democrática de Timor Oriental. La Organización Mundial de la Salud certificó a Sri Lanka libre de paludismo en 2016, y el país ahora trabaja para evitar la reintroducción de la enfermedad. En Timor Oriental, que registró más de 220 000 casos en 2006, un estudio realizado en 2020 encontró que el último caso no importado se registró en 2017.
«El hecho de que Sri Lanka fue capaz de reducir a cero los casos de paludismo es algo inédito en un país tropical de ese tamaño», afirma Zimmerman. «Esos métodos se emplearon en Timor Oriental. Los rotarios del país participaron muy activamente en la campaña, dirigida por la OMS, utilizando los métodos aplicados en Sri Lanka, básicamente, el modelo de Rotary. Contaban con buenos datos. Capacitaron a los trabajadores para identificar todos los casos. Y estamos tomando esos métodos y adaptándolos a otros países».
Para comprender cuán efectivo ha sido el sistema de informes sobre el paludismo en Zambia, explica Moore, basta con ver dónde se detectan la mayoría de los casos del país. Antes, los nuevos casos se notificaban principalmente en los centros de salud. Ahora, más de la mitad son reportados y tratados en las aldeas. Eso significa que los nuevos trabajadores de la salud detectan antes los casos y esto también elimina una carga significativa para los desbordados centros de salud de Zambia. Se trata de un impacto más amplio que refleja otra lección aprendida de la lucha contra la polio: Cuando se lucha contra una enfermedad, no se está luchando exclusivamente contra esa enfermedad.
«Siempre lo hemos llamado PolioPlus. El ‘plus’ es la promoción de otras vacunas, pero también son cosas como las subvenciones en el campo del suministro de agua y saneamiento», comenta Mike McGovern, presidente del Comité Internacional de PolioPlus de Rotary. «Cada vez nos damos más cuenta de que para ganarnos el corazón de la gente, y obtener su cooperación y apoyo, nos piden que hagamos otras cosas».
En muchos países, una de esas «otras cosas» con un mayor impacto es la lucha contra el paludismo. En las jornadas de vacunación se suelen regalar mosquiteros. La OMS, uno de los socios de la GPEI, utilizó el personal y la infraestructura creada para la erradicación de la polio para distribuir medicamentos antipalúdicos a 1,2 millones de niños nigerianos en 2017. Asimismo, cada vez más, cuando los socios de Rotary y los expertos en salud luchan contra el paludismo, hacen algo más que combatir este. Andrews señala que al capacitar a trabajadores de la salud en aldeas remotas, la Alianza para una Zambia Libre de Paludismo aborda una variedad de problemas.
«Puede que haya que caminar 24 kilómetros para llegar al centro de salud más cercano», dice. «Por lo tanto, además de capacitar a los trabajadores para detectar y tratar el paludismo, también les enseñamos cómo tratar las enfermedades diarreicas y respiratorias, que son dos de las principales causas de mortalidad infantil en África. Estamos construyendo una infraestructura sanitaria en estas comunidades rurales. El rendimiento resultante de nuestra labor es realmente increíble».